La crisis es incómoda. Ya sea personal o global, la crisis nos sacude. Y puede hacerlo de muchas formas: una pérdida irreparable, un despido, una necesidad que debe satisfacerse, una enfermedad, un conflicto que se repite…

Vemos la crisis como algo amenazante para nuestro bienestar. Y casi siempre es así, sobre todo cuando viene en forma de conmoción y sacude toda nuestra vida. Luego esta esa crisis molesta que solo conocemos nosotros porque sucede en nuestro fuero interno: una inseguridad, una incomodidad, un problema, una mala gestión emocional, estrés…

En pareja la crisis es inevitable tras el efervescente enamoramiento, cuando entramos en contacto con el “yo” real del otro. Superada la crisis la pareja sale reforzada y está preparada para continuar madurando.

Los equipos humanos evolucionan. Y en su devenir aparecen crisis para reajustar, optimizar y mejorar su desempeño y la comunicación en la empresa e instituciones con una tarea común.

La crisis es también un despertador. Y a veces se produce como una consecuencia de nuestros hábitos o la vida que llevamos. Y viene a decirnos que ya lo que hacemos no sirve; ahora toca inventar, hacer algo distinto, tener una visión más amplia, subir un peldaño en nuestra conciencia…

En un mundo tan cambiante como el nuestro la crisis es inevitable… Y hasta necesaria.

Una Crisis global

La pandemia del COVID sacude nuestro mundo y hace tambalearse nuestra civilización.

El Cambio Climático amenaza con destruir nuestro hábitat.

Son dos ejemplos de crisis mundiales cuyo abordaje es necesario que sea global, yendo todos a una. Proteger el interés particular ya no sirve en un mundo tan interconectado ( “La Aldea Global” de Mc Cluhan); el cambio de paradigma para resolver estas crisis globales pasa por dejar el interés personal para actuar desde y para el Bien Común (desnúdese este término de toda ideología social o política).

Salir de la zona de confort

No es en la calma donde alcanzamos nuestras victorias y superaciones sino en la tensión creativa, resolviendo encrucijadas y desarrollando con ellas nuestras habilidades.

La crisis sacude nuestro mundo, genera miedo e incertidumbre. Nos gustaría vivir en un mundo controlado y predecible. Pero lo único permanente es el cambio. El control suele convertirse en una necesidad neurótica, un espejismo que genera sufrimiento.

A veces evitamos la crisis, tratamos de zafarla; pero si necesitamos aprender algo con ella vendrá de muchas formas repetidamente a nuestra vida hasta que la afrontemos. En esencia la madurez consiste en seguir aprendiendo en la vida.

Si nunca caemos en crisis permanecemos en una seguridad ficticia que nos empobrece. A veces generamos tantas defensas para sentirnos seguros que nunca dejamos que pasa nada.

Caminar sobre el filo de la navaja

No importa toda la experiencia o el conocimiento acumulado, la crisis rompe los esquemas que nos hemos establecido. De hecho, acumulamos mucho conocimiento y gran parte de él es bulímico y cosmético.

Y en situaciones de crisis puede ser más importante la imaginación que el conocimiento; pues se trata de reinventarnos, encontrar nuevos caminos, hallar otras salidas.

“Cuando ya teníamos todas las respuestas la Vida nos cambia todas las preguntas “. Mario Benedetti.

Aprender con la crisis

Hay personas que viven ancladas al pasado y boicotean su futuro. Otras tienen un espíritu de superación y confían en sacar algo bueno de sus crisis. Otras están bien conectadas con su Centro y tienen gran capacidad de resiliencia, positivismo, y pueden poner en acción sus capacidades.

Vamos aprendiendo conforme maduramos que las crisis y los problemas son momentos para el aprendizaje. Cuando pasamos de la queja, la victimización o la conmiseración a la reflexión y la acción hay mucho ganado; porque la actitud es muy importante para superarlas.

Soy docente. Me he formado en psicología y coaching. Doy formación y ayudo a otras personas a afrontar sus crisis. Pero eso no me coloca “a salvo” de nada. He de reconocer que lo que más me ha hecho madurar han sido mis propias crisis.

Que no haya lugar a equívocos; para mí la crisis es muy incómoda: mi ego patalea, se queja, desearía no tener que afrontar aquello justo que lo pone en la picota, trata de huir, reacciona con miedo o ira, se preocupa mucho y teme lo que pueda venir.

Pero también he aprendido que si no buscas la crisis la crisis te encontrará a ti.

Es como la oruga que se convierte en mariposa: si la ayudas a romper su capullo no tendrá fuerzas para volar y la condenas a morir.

Cuando estamos en crisis tenemos que aplicar todo lo que sabemos y hemos aprendido. Aplicarlo como si nos fuera la vida en ello. Porque nos va la vida en ello…

Si no quieres quedarte atrás, si quieres seguir siendo íntegro, sano, más sabio…

Todos tus conocimientos, por ejemplo lo que sabes sobre desarrollo personal, es papel mojado si no lo aplicas en el momento en que te sacude la verdadera crisis.

También tendremos que poner en juegos todos nuestros recursos y fortalezas internas.

Todo eso que explicamos en nuestros cursos como “expertos”, y lo que hemos aprendido de nuestros maestros, entonces tenemos la oportunidad de que cobren vida, pasando de ser meros conocimientos a ser aprendizajes competenciales.

Alumbrar nuevas realidades

Seguiremos siendo nosotros mismos, pero habrán zonas que han cambiado. Habremos crecido, madurado…

Porque el nacimiento de una nueva toma de conciencia es una nueva vida para uno.

Y con un poco de suerte nuestra mirada ante la vida será diferente.

No temamos: seguiremos siendo nosotros, sólo que una mejor versión de nosotros mismos.

La crisis es incómoda. Pero ama la crisis, descubre su mensaje, su para que, la razón para que haya llamado a las puertas de tu vida. Atraviésala y descubre su lección; ama esa lección. Porque es justo lo que necesitas para ser más paciente, justo, sabio, centrado, bondadoso, comprensivo, desprendido o hábil con tus propias competencias y talentos. O simplemente para Ser, sin más, ser consciente de aquello que no sabías o querías ver.

Ama la crisis porque a veces la provocamos inconscientemente para que venga a rescatarnos de una vida empobrecida o que puede subir un escalón de conciencia, ser más plena, simplemente mejor; no ese “mejor” que deseas o que imaginas, sino ese “mejor” que te da justo lo que necesitas.

De hecho las películas que vemos nos cuentan la historia de personajes que entran en crisis, y la trama no es más que sus esfuerzos, resistencias y aceptaciones para resolver esa crisis o simplemente cambiar a un estado de mayor crecimiento o madurez.

El desafío esencial

Las situaciones difíciles, las personas complicadas, los problemas… son retos y desafíos a nuestras capacidades. Son oportunidades de crecimiento.

De hecho, como docentes, ¿acaso no estamos desafiando a nuestros alumnos constantemente para sacarlos de su zona de confort y que amplíen sus aprendizajes? ¿Acaso eso no les supone un esfuerzo?

Para un docente que se precie la crisis forma parte de una vida creativa y de maduración constante.

Hay muchos retos con los que crecer en el campo de la educación, en el día a día de las aulas:

Alumnos disruptivos y difíciles, padres complicados, compañeros de trabajo con los que hemos de trabajar en equipo, el estrés de la jornada laboral, las condiciones de trabajo, la mejora de los aprendizajes y la mejora constante de los centros, etc.

El Reto Esencial en toda crisis es el de cambiarnos a nosotros mismos.

Reinventarnos

La Educación está en crisis y vivimos en una sociedad en crisis.

Podemos seguir escondiéndonos esperando que pase la tormenta o ver qué podemos aportar para nuestro bienestar y el bienestar, la mejora y la innovación en nuestras comunidades educativas.

La realidad nos invita a reinventar lo que hacemos en Educación. Y sobre todo quienes somos en los centros y con los alumnos. Porque es el momento de un cambio de paradigma; un cambio de cultura educativa que nos incluye e interroga a todos como sociedad.

Usemos la práctica deliberada para mejorar cada día.

Hay mucho trabajo por hacer y muchas oportunidades para aportar lo mejor que somos. Vayamos paso a paso, cuidándonos.

Cómo afrontar una crisis

1. Gestionar el miedo, la incertidumbre, el estrés o el secuestro de la emocionalidad

2. Conocer y Comprender la situación, agentes implicados, mi posición en ella.

3. Observar que estoy poniendo en ella, cuál es mi conducta, mi actitud… si formo parte del problema o de la solución.

4. Qué recursos tengo para afrontarla. Si me faltan qué necesito aprender.

5. Pedir ayuda, apoyarse en expertos, amigos, pareja, familia…

6. Inspirarnos. No es lo mismo afrontar un problema desde la precariedad que desde expectativas más altas y llenas de positivismo. Inspírate desde tu núcleo y tu Esencia, desde lo mejor que eres.

7. Afrontarla por el centro. Descubrir qué tengo que aprender para resolverla o salir más crecido de ella. Otras veces es desaprender, porque no sirven nuestras estrategias y el reto es encontrar otra manera de ver, un nuevo paradigma que me saque del viejo pensamiento caducado.

Responder a las situaciones

En este nuevo curso podemos crecer con la crisis convirtiendo los problemas en retos y aceptado los desafíos.

¿Como puedo vivir mi profesión para que me llene y salga de mi malestar?

¿Como puedo afrontar mejor esos alumnos difíciles?

¿Como puedo dar a mis alumnos la Educación que necesitan?

¿Como puedo aportar más y mejor lo que mi centro necesita?

¿Como podemos generar una comunidad de aprendizaje?

¿Como podemos innovar y transformar entre todos la Educación que tenemos en la Educación que necesitamos?

¿Aceptamos el Reto?

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