La Educación para Ser es aquella que no se limita a lo formativo, implicando a todos los niveles de la persona para que construya una vida con sentido y propósito. El rol y el liderazgo educativo, ese que aporta el docente, es fundamental para acompañar a los alumnos en esa construcción o, por el contrario, limitarla.

Si estamos de acuerdo en ésto, ese liderazgo ha de estar dirigido a liberar el potencial de la persona, para incrementar al máximo su desempeño en función de sus propios ideales, sueños y propósitos. A ciertas edades ese ideal está en construcción y es muy importante aportar las condiciones para que se desarrolle sin interferencias.

La necesidad de una educación respetuosa y empoderante

Los niños y jóvenes son como semillas. Aunque pequeños portan dentro un enorme potencial para convertirse en árboles frondosos y llenos de frutos. Son semillas en busca de germinación si no les tapamos el sol (respeto y consideración), si los regamos (motivación), si los cuidamos (autoestima) y si los abonamos (invitamos a la acción).

Y eso supone un giro radical: superar la actual educación basada en autoridades.

Nada fácil dado el enorme peso e influencia de la educación familiar y social, de la formación de los actuales docentes basada en la autoridad de quien sabe y quien manda; en contraposición con el que no sabe o con el que debe obedecer.

Tomar conciencia de ello puede ser el primer paso para superar la actual Educación Autoritaria, que se parece más a un adiestramiento para obtener sumisión.

Puede ser más difícil renunciar a dar órdenes y enseñar que aprender a sostener un proceso educativo en el que los alumnos aprendan en libertad.

El respeto empieza en Creer en el niño y el joven

Y lo más importante: sólo creyendo en que los alumnos y las personas tienen ese potencial interno, más allá de su desempeño actual, podemos acompañarlos sin crear dependencia para que lo desarrollen.

Es el conocido como Efecto Pigmalión: las expectativas que tenemos de niños y jóvenes marcan en gran medida lo que pueden alcanzar, pues somos espejos para ellos. Espejos limitantes o potenciadores.

El desempeño de los alumnos seguramente refleja las creencias y expectativas de sus maestros y profesores. Bajas expectativas bajos resultados.

Sólo adoptando una perspectiva mucho más optimista que la habitual podemos alentar al desarrollo de toda esa capacidad latente en las personas y en uno mismo, y el primer paso es tratarlos como si fueran quienes pueden ser, no sólo quienes son ahora mismo.

Además, en la actualidad hemos de asumir dos principios:

  • Cambio constante. Lo que antes servía ahora no. La obsolescencia del conocimiento y las creencias. La autoridad ahora se cuestiona.
  • Libertad implica asumir la propia responsabilidad, no sólo obedecer. Es el aumento de conciencia en las personas lo que las lleva a exigir más participación en las decisiones que les afectan. Es la necesidad de estar implicados en proyectos cuyos objetivos sean compartidos y tengan que ver con nuestros propios valores, o estén en concordancia.

La motivación por aprender o actuar puede ser:

  • Externa: “me siento obligado, debo hacerme responsable; no me implico del todo”. Puede ser reforzada por el castigo o la culpa. Por obligación no hay implicación real. Puntualmente puede funcionar pero a la larga no. ¿Es casualidad que haya tantas personas en trabajos que no les gustan o en los que no pueden desarrollar lo que son?
  • Interna: “me hago responsable de mi aprendizaje, me intereso y me implico”. Puede verse reforzada cuidando la autoestima, relacionando las tareas con las propias aspiraciones e intereses. Es una decisión personal nacida del ejercicio de la propia libertad, y de ella nace la genuina responsabilidad, porque hay capacidad de elegir y decidir sobre los propios actos. Hay implicación real.

Respeto en la obligatoriedad

Una educación obligatoria puede ser necesaria, en cuanto al beneficio social que aporta; pero si busca la excelencia tratará de funcionar desde las motivaciones internas de los alumnos para implicarlos en el proceso; no desde la autoridad.

Otra manera de entenderlo es pasar de la obediencia a la propia asunción de la responsabilidad de los alumnos.

Propuestas para el encuentro con la motivación propia:

  • Relacionadas con sus intereses en el presente.
  • Respetuosa con su manera de ser y aprender (estilos de aprendizaje, inteligencias múltiples).
  • Optatividad según talentos e intereses.
  • Basada en competencias y no en contenidos.
  • Que sea de utilidad para su vida y propósito, no mañana sino hoy.

Cuando en situaciones cotidianas ordenamos a alguien: “No te enfades”, “Trata de no fallar”, “Deja de molestar”, no suelen tener efecto, pues se trata de órdenes en negativo que refuerzan precisamente lo que quieren evitar. Ordenar a alguien que haga lo que necesita hacer no produce el efecto deseado. ¿Entonces, qué lo produce? Pues llevarlo a la observación y a su propia toma de conciencia. Sólo eso lo consigue y lleva a la persona a actuar por sí misma.

Liderar a un grupo humano o un equipo desde lo negativo o el miedo al fracaso produce efectos mucho más pobres que si lo dirigimos desde lo positivo, la creencia en el triunfo, la buena autoestima y la confianza en sí mismos.

Estilos de liderazgo en función del control del líder y la responsabilidad del subordinado:

  • Autoritario: es un jefe que ordena y debe ser obedecido.

Ordenar es rápido y fácil, proporcionando a quien ordena la sensación de control. Sin embargo es una falacia, pues los subordinados pueden mostrarse sumisos pero en realidad pueden estar en desacuerdo, dolidos y generando sabotaje o yendo en contra de los objetivos marcados a escondidas. Por tanto quien actúa autoritariamente no tiene el control de la situación; y si lo cree se está auto engañando. Se relaciona control con poder, y la necesidad de ser superior.

  • Persuasivo: intenta “vender” o convencer de lo importante que es un objetivo o tarea pero mantiene el mando y los subordinados espera conseguir algo a cambio. El objetivo es suyo y no siempre va a conseguir la implicación de los subordinados.
  • Democrático: pide la opinión de todos pero él decide qué hacer tomando las decisiones. No cambia nada, pues los subordinados saben que digan lo que digan al final no son responsables de la decisión a tomar. Sólo devolverá parte de la responsabilidad a los subordinados si es capaz de llegar a acuerdos.
  • Discursivo: permite la discusión y el debate. El líder acata los acuerdos mayoritarios y se ejecutan evaluando los resultados. A partir de ellos se corrige o se sigue en la misma línea. Implica gran derroche de tiempo y energías y resulta de la indecisión.
  • Abdicador: deja que los demás hagan lo que les parezca, por lo que pierde totalmente el control, aunque traspasa al subordinado la responsabilidad. Si éste la considera obligada seguirá sin asumir su responsabilidad. Coloca al líder en una posición de inferioridad.
  • Asertivo: es un liderazgo respetuoso y horizontal. En lugar de ordenar o abdicar el líder trata de llevar a la propia toma de conciencia a los demás, a través del diálogo y las relaciones coadyuvantes y no amenazadoras o coercitivas, para que éstos encuentren a través del diálogo y las preguntas indagatorias su propia responsabilidad real y no obligada o ficticia. Desde una relación asertiva se llegan a acuerdos y compromisos con los objetivos. Un líder así tiene un control real y los demás una responsabilidad real, no impuesta e ilusoria.

Liderazgo asertivo: un liderazgo necesario

El liderazgo asertivo es un estilo de liderazgo que se hace necesario en la complejidad de nuestras relaciones grupales y sociales donde surgen muchos conflictos.

Es un liderazgo coherente consigo mismo y con los demás, que se enfoca en la tarea y los objetivos pero que capacita al equipo para su consecución, siendo inclusivo, respetuoso y no necesitando poder o control. Todo cualidades que primero han de haberse cultivado internamente para que emerjan de manera natural en las relaciones sociales, en nuestros entornos educativos o de empresa. Disciplinas como el coaching o las psicologías humanistas (como la Gestalt, la Sistémica o la Positiva) promueven este tipo de liderazgo que empodera al sistema.

Un liderazgo así en Educación promueve en los alumnos la excelencia amable, los valores y fortalezas humanas, la toma de conciencia y la responsabilidad para asumir objetivos a largo plazo, el control de la frustración que los acompaña, la resiliencia y la capacidad para encontrar los propios recursos para construir vidas llenas de sentido.

Custodios de una Educación para la libertad

La Educación se parece a la dedicación de un sabio agricultor que sólo cuida las condiciones para que los árboles crezcan en las mejores condiciones y puedan dar frutos. Luego el sol y la inteligencia que porta la misma semilla harán el resto. Y una semilla será un almendro, otra un naranjo, otra un castaño y otra un manzano. No se empeña en forzar que una almendra dé un ciruelo o una oliva dé un manzano. Hay en ello un gran sentido común sobre la Inteligencia Intrínseca a la propia vida, esa que también está dentro de cada uno de nosotros… Y que mantiene la homeostasis de los sistemas, que cura las heridas, y que si no la interferimos es como un faro que nos aporta discernimiento y coherencia, plenitud y afabilidad.

Preguntas reflexivas:

¿Cuánto de autoritarios somos en el aula?

¿Qué grado de control necesitamos tener?

¿Qué tipo de líderes somos en el aula?

¿Qué tipo de líderes somos en cargos directivos, de gerencia, etc.?

¿Qué características tiene nuestro rol como padres?

¿Qué grado de control imprimo a mis relaciones?

¿Qué grado de asertividad tienen mis relaciones de pareja, familiares, profesionales, de amistad?

Share: