Arranco el próximo 1 de Julio una nueva etapa profesional como director del Centro de Educación de Adultos Mar Menor, sintiendo que lo hago desde cierta madurez profesional y personal alcanzada. Una nueva etapa llena de retos e ilusiones encaminadas a conseguir el “florecer” del centro.

El Lema de mi proyecto presentado para el acceso a la función directiva es: “Transformación Educativa desde una identidad de Centro compartida para el bienestar y el desarrollo de las personas”, y encierra en sí mismo la síntesis de todo el proyecto.

Ya hablé de ello en mi anterior entrada y ahora la intención es presentar las líneas estratégicas más importantes del proyecto.

Líneas de actuación vertebradoras de mi proyecto de dirección

Las líneas de actuación transversales y esenciales que vertebran la construcción de la comunidad educativa, generando propósito, dirección y estableciendo principios, más allá del propio Proyecto de Dirección; se estructuran de dentro a fuera, desde el núcleo a la periferia, y se pueden plantear a partir del Círculo Dorado de las organizaciones (Simon Sinek) y la Pirámide de Barrett y sus siete niveles de conciencia:

1º) Identidad de Centro (objetivo A2): ¿Quiénes somos? ¿Cuáles son nuestros valores y fortalezas? Nuestra misión y visión como comunidad. Nivel de la Identidad, Contribución y Servicio.

2º) Plan de Bienestar (objetivo A3): ¿Cómo lo hacemos para desplegar lo mejor que somos y “florecer”?. Nivel de las relaciones y autoestima.

3º) Transformación (objetivo B1) de la cultura de Centro con un sentido y propósitos claros; a través de la evaluación, la innovación y la mejora constante. Nivel de la Transformación.

Foto de Shane Rounce en Unsplash.

1. Comenzar por lo primero, lo esencial: quienes somos

Para acceder al cargo me pidieron, partiendo del análisis del centro, un proyecto con objetivos, líneas de actuación detalladas, tareas temporalizadas y con indicadores de logro.

Sin embargo, considero esencial que el proyecto no sea algo personal que desde el cargo se impone, sino que el devenir del centro sea más bien el fruto de una reflexión que emerja de las ilusiones e inquietudes compartidas del claustro de profesores, que tengan una participación activa en él, que lo sientan que nace de ellos; no algo impuesto desde fuera. Y en ese sentido, yo mismo formo parte de este proceso que me toca liderar.

Por tanto, lo primero es iniciar un proceso participativo de toda la comunidad educativa que empieza por preguntarnos “quienes somos”, descubrir cuál es nuestra identidad como centro, definir nuestro genoma, qué nos hace singulares, qué nos diferencia de otros centros educativos, qué podemos aportar desde nuestra esencia de manera genuina para aportar valor a la educación desde nuestra propia identidad.

2. Cocrear una nueva cultura de Centro

Nuestra identidad colectiva y nuestros valores, centrados en el objetivo primordial de que nuestros alumnos tengan una vida plena y con sentido, nuestro devenir y acciones, creencias y hábitos, construyen la cultura de centro.

Para ello hay que desplegar una reflexión e innovación constantes partiendo del por qué y el para qué, conectando con la inspiración y la motivación que surge de quienes somos y genera un vector de motivación e inspiración desde nuestro núcleo.

Para conseguir los aprendizajes competenciales y útiles de nuestros alumnos es imprescindible beber de la tradición pero salir de lo acostumbrado, del enfoque en las pequeñas tareas, de los estados de necesidad o carencia, ampliar nuestra conciencia para acceder a estados más creativos (niveles de conciencia, Pirámide de Barrett).

Se trata de abrir un proceso que profundice en aquellos niveles de conciencia que deseamos cubrir, como es el de contribuir y dejar una huella, aportar valor más allá de nosotros mismos (la docencia como servicio).

3. Crear las condiciones adecuadas

A través del Plan de Bienestar Integral de Centro, que va más allá de la prevención de conflictos y de riesgos laborales, convirtiéndose en un motor catalizador de transformación Integral del Centro. Estar bien para poder dar lo mejor (revisemos lo que al respecto del aprendizaje y las emociones nos dicen las Neurociencias), permitir el desarrollo y florecimiento de alumnos, docentes, de la comunidad educativa. Y a partir de ella influir positivamente en nuestro contexto social.

El bienestar tiene varias dimensiones: no sólo está la física, sino que debe implicarse la emocional y la espiritual (que los aprendizajes tengan sentido). Y ello implica la planificación de recursos, gestión, organización y participación colectiva en dicho objetivo de manera eficiente, creativa e innovadora.

La capacidad para “florecer” de un centro educativo (de las personas que integran su comunidad) depende de la madurez emocional de su claustro de profesores, ya que son los que lideran el proceso o lo obstaculizan.

Foto de Andrew Moca en Unsplash.

Otras líneas estratégicas importantes

  1. Mayor participación de los diversos agentes de la Comunidad Educativa, estableciendo metas en conjunto y mejorando el ambiente educativo desde la comunicación efectiva, la mediación y la resolución de conflictos para generar un mejor funcionamiento por equipos y proyectos.
  2. Mejora de la coordinación docente (como uno de los más importantes factores de mejora educativa;Jhon Hattie) y uso de metodologías variadas, activas y sinérgicas enfocadas al contexto, a las necesidades competenciales de los alumnos y a la mejora de resultados. Ver 12 puntos guía para la profesión docente.
  3. Atención a la diversidad, la convivencia e inclusividad, como clave del éxito de todos los alumnos, aportando herramientas académicas y personales necesarias, implementando el aprendizaje cooperativo, combatiendo el absentismo y el abandono como uno de nuestros más importantes frentes.
  4. Desarrollo de la dimensión social del centro a partir de alianzas estratégicas con instituciones y empresas que aporten valor a la comunidad y mejoren los aprendizajes de los alumnos, estableciendo programas de cooperación, investigación, emprendimiento y desarrollo de interés mutuo.

Ser fiel a uno mismo

Siendo fiel a mí mismo y a mis valores, el modelo y estilo de dirección que deseo asumir se basa en el liderazgo pedagógico, innovador, negociador, democrático e inclusivo, desarrollándose a través de proyectos, no de procesos o tareas.

Mi bagaje en el campo del diseño, por un lado, y de la Gestalt, el arte terapia o el coaching indudablemente me hacen abordar este proceso directivo de manera integral e integrativa, desde la reflexión, el crecimiento y el florecimiento de las personas, convirtiendo la creatividad y la inclusión en potentes motores de transformación para la cocreación de una nueva cultura de centro, heredera del valor que aportaron nuestros antecesores y abierta a un futuro ilusionante cuyas condiciones creamos entre todos.

Sí, lo sé, no va ser fácil… Aprenderemos. Y errar será inevitable, hasta necesario.

Y si andamos el camino juntos llegaremos lejos.

Posdata:

Mi gran amigo José Blas García me pide concretar las líneas de actuación propuestas con acciones concretas. He de decir que están en el proyecto presentado. Prometo publicar en breve las actuaciones concretas. Gracias, José Blas.

Foto de portada: Chang Duong en Unsplash
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