RESILIAR
Resiliar es la propuesta de mi amiga Ana Forés para los complejos e inciertos tiempos que corren; o mejor dicho: que atravesamos. Y usar el infinitivo es, no sólo conocer lo que es, sino poner la Resiliencia en acción.
Pues así siento que son los momentos que estamos atravesando personal y colectivamente. Y no sólo lo digo por la situación a nivel social; hablo de mi propio contexto, de mi Centro, el CEA Mar Menor. Concretado en compañeros concretos y situaciones concretas, que son difíciles de llevar y que sacuden nuestro día a día.
REFUGIO COSTUMBRISTA O RECURSO RESILIENTE, ¿QUÉ MÁS DA?
Según el calendario (primeros de diciembre) tocaba poner el «dichoso» arbolito. Y espantar a los alérgicos a la Navidad. Y en el silencio del centro, vacío, con Antonia la conserje y un servidor, que más parecíamos una reducta guardia de garita que miembros de un claustro, nos preguntábamos internamente si era pertinente o no montar el Árbol de Navidad con la que está cayendo.
Para mí ha sido el arranque de curso más duro que he tenido en mis 30 años como docente; y no sólo por el Covid y los casos positivos, sino por el desgaste, el deterioro y los obstáculos que el estado de pandemia está generando a muchos niveles en el día a día, empezando por las bajas significativas que el daño por estrés está provocando, o la merma en la convivencia personal e insustituible que como humanos demandamos. Pues ese roce de la presencialidad hace el cariño, y equipo, unidad, conciencia compartida con la que construimos una Identidad de Centro.
SOBRELLEVAR LA PÉRDIDA
Y echamos de menos rozarnos más, una actitud física más cercana con los alumnos (desarrollando entre medidas de seguridad la cercanía emocional tan necesaria), quitarnos la «máscara» obligatoria y mostrarnos tal como somos. O esos aperitivos juntos en la sala de profes, o los almuerzos con un poco de charla intrascendente. O simplemente respirar sin la omnipresente mascarilla. Igual que vamos a echar de menos la comida de Navidad; sobre todo siendo un centro que tiene cuatro sedes y en la que apenas coincidimos cada semana cuatro o cinco de nosotros en alguna hora.
Ahora que no podemos hacer tantas cosas que hacíamos antes… nuestras actividades extraescolares, los encuentros de autor en Literatura o la hemodonación masiva en Ciencias… Trabajar por grupos cooperativos, ese mano a mano en los proyectos de aula. Y otros muchos viajes y proyectos profesionales, docentes y personales que se han quedado varados en esta sacudida de la historia que estamos escribiendo cada uno de nosotros. Ahora, precisamente ahora, y por todo ello;
TOCA PONER EL ARBOLITO
Y he de reconocer que este sobretrabajo durante el recién puente de la Constitución de editar el video ha sido terapéutico; me ha cambiado el estado con el que llegué a casa el viernes. Me ha sacudido esa sensación de derrota de estar dejándote la piel, dándo lo máximo y aún así no llegar. Y no se trata de llegar a lo que uno desearía (me reviso cómo estoy en cuanto a autoexigencia), sino de llegar al menos a lo necesario, a lo que mi centro necesita para funcionar bien; asumiendo que estamos funcionando en modo «subsistencia» por la excepcionalidad de los tiempos y por las carencias que tanto se evidencian ahora.
POR TODO ESO, TOCA PONER EL ARBOLITO
Porque he vivido demasiados días en que se hace realidad aquello de «lo urgente no deja paso a lo importante».
Y parece que vamos como bomberos, con la urgencia de apagar fuegos, sin poder abordar lo que de verdad importa: todo aquello que mejora la vida de las personas, lo que nos inspira cada día en el aula, lo que saca lo mejor de nosotros, lo que fomenta el bienestar y se irradia desde la labor educativa transformando a mejor la vida de nuestros alumnos (y las nuestras propias).
TOCA PONER EL ARBOLITO, un año más para recordarnos la clave de aquellos versos de Whitman:
«No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el ser humano».
Y recordar qué nos impulsa cada día, qué nos inspira creativamente, qué nos saca jubilosamente de nuestra zona de inercia, qué nos sacude el malestar y nos genera acttud positiva.
Porque Resiliar se conjuga de muchas maneras, tantas como personas.
¿Qué es aquello que te mueve, te impulsa, te inspira, te hace volar, te conecta con lo mejor de ti y te coloca en la posición de aportar valor a tu alrededor? Pues tenlo a mano y tira de él para conjugar juntos el verbo RESILIAR.
Resiliar incluso a golpe de tópicazo navideño.
Y si eres de los alérgicos a todo lo que huela a Navidad, busca sin complejos tu manera especial de RESILIAR: de ser más humano, más cercano, más cooperativo, más implicado, más audaz, más compasivo y comprensivo, más… de cualquier fortaleza que nos vacuna y nos hace más resilientes, que nos saca del modo superviviencia y nos empuja a construir en nuestro círculo (familia, amistad, profesión) una vida más significativa y plena…
Sí, a pesar de la que está cayendo.
Te dejo el video navideño 2020 del CEA Mar Menor: