Ahora que termina el curso, tras la entrega de memorias y documentos finales, ahora que las aulas han quedado vacías y que pasamos a otra cosa… Ahora, toca hacer balance de este curso y recoger su fruto: aprendizajes, reflexiones, maduraciones, etc., en este ciclo que termina, para que todo, todo lo que nos ha dado este curso, contribuya a la germinación de nuevas semillas para el curso próximo.
Y tengo que reconocer que ha sido un curso duro; muy duro.
Pero también tengo que reconocer que ha sido un curso extraordinario, porque todas las dificultades atravesadas, sin duda, han merecido la pena.
Mi tutoría de Secundaria para Adultos Nivel II de San Pedro
Cada grupo es un mundo diferente, te confronta como docente con el “no saber” para poder conectar con lo que es, con lo real. Siempre los comienzos tienen esa necesaria formación del vínculo para el aprendizaje entre docente y alumnos. Y si eres tutor toca el doble.
Fuimos conociéndonos poco a poco, aprendiendo la metodología por proyectos paso a paso. Aprendimos a usar la tecnología con humanidad (es decir, primero las personas) y aplicarla en nuestros proyectos, tanto para la fase de investigación como en el diseño y elaboración del producto final (no a todos se les daban bien las maquinitas). Y no a todos les gustó abandonar la clase tradicional y el examen, sobre todo si les ha ido bien así, y ponerse a trabajar en equipos, cooperando de manera que hubiera responsabilidad individual e interdependencia positiva. Y más cuando nadie había trabajado así antes en la escuela o la Secundaria.
Hubo que sostener muchas tensiones académicas y extra académicas que emergieron en clase. Porque somos humanos y no podemos escindir lo familiar de lo laboral y de los estudios… Muchos alumnos y hasta el profe tuvieron que atravesar sus crisis personales y colectivas… Vino la sexta Ola del Covid, más invisible que las otras, pero repuntaron los contagios y el miedo; tuvimos que atravesar un fuerte periodo de absentismo… ¿El grupo se iba a pique?
Menos mal que con los primeros brotes de una primavera que se adelantó en el aula fuimos dejando las mascarillas, comenzamos a ver nuestras caras, a conocernos mejor, a sentirnos más a gusto en clase y todo se fue haciendo más fluido.
Apreciando el aprender por proyectos
Pareció que eso de aprender por proyectos no era tan malo y se aprendía mucho. Incluso de cosas que están más allá del currículo y que tienen que ver con la vida, o con lo que interesa a los alumnos. Incluso llegamos a pintar con los ipads, hacer presentaciones y videos, exponer temas, diseñar, crear, etc.
Y no es que fuera todo perfecto (me llevo muchas mejoras para el próximo curso), pero al final conseguimos que la clase funcionara como grupo; incluso como un equipo, porque el objetivo era aprender juntos (espero que lo primero fuera aprender más que aprobar). Se fue desarrollando un sentido de pertenencia, cada uno iba siendo aceptado y teniendo su lugar único, como es cada uno: ÚNICO e irrepetible, especial. La clase no sería lo mismo sin uno solo de los alumnos del ESPA Nivel II de San Pedro del curso 2021/2022, tanto los que titularon como los pocos que abandonaron antes de tiempo.
Ha sido un curso extraordinario porque gracias al talento colectivo de este grupo sacamos adelante unos proyectos maravillosos y a la vez nos divertimos, nos motivamos para llegar más allá. Y también gracias a mis compañeros, los profes Cristina y Rober, que se fueron sumando a su modo y manera a esta forma de trabajar más activa desde los Ámbitos de la Comunicación y Científico Tecnológico. Quedan para la historia esas presentaciones míticas en clase de Inglés, dejando pequeño al “Hormiguero”. O esas producciones de científicos históricos delante de la mágica pantalla del croma en las clases de mates.
Contextos que permiten construir y expresar el Ser
Y es que en estos contextos más creativos, de tareas integradas y más competenciales, vemos brillar talentos que en una clase de escuchar y rellenar fichas no se muestran. Y entonces aparecen las dotes dramáticas, el recitar como un artista, cantar rap como el mejor y la sorprendente creatividad en todas sus formas.
Recordaré siempre una experiencia de tutoría que tuvimos gracias a Félix, un alumno que ha sido cotutor de sus compañeros, líder constructivo e inclusivo, que nos llevó a remar al Mar Menor. Y nos enseñó que si queríamos que la barca avanzara en una misma dirección debíamos remar conjuntados. Y eso que es tan simple ya nos constó aprenderlo todo el curso. Y aún ya acabado todavía nos queda aprender mucho. Y en muchos aspectos ya lo hicimos cuando nos acompañábamos, cuando nos contábamos las penas y dificultades, cuando veíamos que se ayudaban entre iguales, que velaban y cuidaban unos de otros a pesar de las diferencias… A veces hemos avanzado en eso… Y mucho
Luego llegó el final de curso y nos pusimos de tiros largos para asistir al Acto de Graduación y recibir el reconocimiento social al esfuerzo de todo un curso; y el mayor de los reconocimientos: el de sus propias familias, padres, madres, abuelos o hijos que aplaudían y felicitaban a los nuevos graduados en Secundaria. Nunca vi celebrar tanto un título como este.
Y espero que después de los éxitos alcanzados los alumnos se desprendan de esos auto boicots internos que les dicen que no pueden, no saben, no son capaces, no son válidos, no sirven… Ya atravesaron sus miedos y vieron que podían… Ni más ni menos como nos pasa a todos.
Kanamori, humilde y entrañable maestro japonés de primaria decía: “Deja que las personas vivan en tu corazón. Caben tantas como quieras”.
Yo ya siento que viven en mi corazón para siempre los alumnos de este curso inolvidable: Verónica, Bianca, Esther, Samuel, Judith, Othmane, Daniel, Alberto, Toñi, David, Verónica, Álvaro, Mario, Marjorie, Pedro, Yaiza, Mª del Mar, Amanda, Félix, José Manuel, Rubia, Pedro, Ania y Mª Carmen.
El grupo de profesores del CEA Mar Menor
Y ha sido un curso extraordinario por la sinergia que se ha generado entre nosotros, los profesores. Uno de los factores ha sido el Seminario de Aprendizaje por Proyectos. Éste nos dio una tarea y un recorrido claro con el que hemos aprendido unos de otros, trabajando juntos codo con codo, mejorando como profesores desde las buenas prácticas, reflexionando, innovando en nuestra práctica docente, tratando siempre de dar un mejor servicio a nuestros alumnos y acompañándolos para que alcancen sus objetivos.
Este curso siento que he conocido mejor a mis compañeros, que he conectado más con cada uno de ellos, me he sentido más cercano. Y ha sido así porque he de reconocer que personalmente me he abierto más, he soltado ciertas rigideces que a veces me hacían ir por libre. Me he dejado impregnar y modelar por el proceso que ha seguido el grupo y el centro. Y he aprendido mucho de todos ellos, recordando la necesaria humildad que propone Ralph Waldo Emerson cuando decía que “toda persona hace algo mejor que yo; por eso he de aprender de todas y cada una de ellas”.
Recuerdo como fuimos diseñando juntos las bases del Proyecto FELICEA, a partir de la necesidad humana de propósito, sentido y vida plena, tratando de llevarlo a la Educación. Comenzamos al principio el seminario con aquellas sesiones titubeantes, con tantas cosas por concretar. Pero fuimos atravesando juntos la incertidumbre, fuimos concretando paso a paso el aprendizaje por proyectos, conectándolo e hibridándolo con cosas que habíamos hecho en el pasado. Y vimos que al aplicarlo en el aula muchos fantasmas y miedos que teníamos a realizar cambios eran de humo y se desvanecieron rápidamente; sobre todo al ver la respuesta de los alumnos al trabajar con metodologías más activas, el aumento de su motivación y cómo la energía emocional y la creatividad transformaban el aula.
Finalizar los proyectos, realizar la exposición, la divulgación para compartir nuestras prácticas, el acto de graduación; sin duda ha implicado un sobre esfuerzo para todos. Pero creo que es un sentir compartido entre todo el grupo de profesores que ha sido un esfuerzo gozoso y que merece la pena celebrar, que nos motiva a seguir en esta misma línea de aprendizajes más prácticos y competenciales, más relacionados con la vida y los intereses de los alumnos, para que ellos jueguen también un papel más activo, abriendo puertas dejando que entre la vida en el aula, saliendo de ella para tocar el mundo…
Nos sentimos conmovidos en el claustro final de curso, cuando una compañera al despedirse decía que el haber pasado por el centro le había hecho recobrar la ilusión por ser docente. También nos emocionó otra compañera, que afirmaba ser el mejor curso de toda su carrera. Fueron dos expresiones concretas de lo que sentíamos todos. Y es que un claustro tiene que celebrar cosas así: lo que da vida, lo que transforma, conmueve y une voluntades para mejorar, innovar, transformar nuestra manera de ser y sentir la docencia.
Un crecimiento colectivo
Y todos sentimos ahora, al final del proceso, algo de esa plenitud que esperábamos aportar con el Proyecto FELICEA: cierta sensación de plenitud, de bienestar o de felicidad, una felicidad que es más un estado de conciencia que una emoción transitoria. Sentimos juntos que hemos crecido un poco. Y eso, que parece poco, es mucho.
Creo que estamos consiguiendo construir juntos una institución educativa que va dejando atrás un estado de conciencia basado en la supervivencia y escalando otro más maduro, protagonizado por valores como la cooperación colectiva y el sentido de pertenencia para una contribución de valor a la sociedad toda.
No en vano Nelson Mandela consideró, igual que lo hacen otros muchos entre los que nos encontramos, que “la Educación es la herramienta más poderosa para cambiar el mundo”. Si queremos que el cambio sea real, como propone Ghandi, ha de empezar en uno mismo: “Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo”.
Y es un poco eso lo que parece que percibimos colectivamente, enfocados en la Tarea de Educar: dejar atrás lo que nos estorba, lo que nos sobra, para entrar en una madurez emocional docente que nos permite atravesar juntos nuevos retos más complejos, transformadores y emocionantes.
Esta frase cerró nuestro claustro final de curso; encierra en sí todo un propósito:
“Si quieres ir rápido viaja solo. Si quieres llegar lejos viaja en grupo”.
Sólo puedo sentirme agradecido por haber formado parte de todo esto. Gracias a todos, compañeros. Sois grandes. Desde nuestro pequeño centro hemos hecho juntos algo grande este curso.
Feliz verano.