
Ayer disfrutamos pintando. Pero también reflexionando sobre nuestra mirada en el aula y sobre los alumnos. Descubrimos que lo mismo que necesitamos para crecer y madurar nosotros es lo que ahora nos demandan nuestros hijos y alumnos. Esencialmente lo que nos piden es:
- Escucha sin juicio.
- MIrada admirativa.
- Voluntad para creer en ellos.
- Aceptación.
Con-vivir no es sólo vivir juntos, es hacer la Vida juntos, construirla desde el encuentro y la mirada, desde la alegría compartida y el descubrimiento placentero en el aprendizaje y las experiencias de la vida.
Mucho hay que revisar en lo que hacemos como docentes. Y no desde el juicio, la crítica o la culpa. Sino desde la observación y la comprensión que nos lleve a habitar el aula de otra manera.
Trabajamos el concepto de línea como:
- Itinerarios vitales.
- Puntos de encuentro y cruces.
- Cambios, etc.
Primero realizamos una obra individual.
Después la idea fue hacer grupos que trabajaran en la deconstrucciñón de la primera obra ( y las resistencias que ello produce) para elaborar otra colectiva.
Un proceso que nos permite explorar desde la metáfora las resistencias al cambio externo o interno. Y también cómo me doy a lo colectivo desde mi individualidad.,
Lo hicimos a partir de la obra de Manuel Frutos LLamazares (www.mfllamazares.com) y sus “esculturas planas realizadas con lienzos rotos superpuestos. Un pintor que se estableció en Torre Pacheco, donde fue profesor de Bachiullerato.,
Precisamente cuando se jubiló yo ocupé su plaza. Con los años lo conocí y lo visité varias veces a su casa y estudio.
Recuerdo sus interesantes charlas plagadas de experiencias personales, de su maravillosa relación de pareja a su edad (sobre los 70 años).
Una vez me contó que su trabajo a partir de los lienzos rotos surgió en el duelo de su separación con su primera mujer. Tal era la amargura y el resentimiento que le dejó que comenzó a romper lienzos, a tirar con rabia de sus hebras, deshaciendo los tejidos en hilos. Fue un acto terapéutico que luego llevó como descubrimiento a su obra. Después las cuerdas conectaban esas roturas, se construían formas y espacios tridimensionales.
En nuestro taller nos sirvió para explorar la pérdida y la adaptación al cambio, el trabajo cooperativo y el desapego.




Tuvimos que cerrar rápido el taller. Hora y media es muy justo para poder aportar desde la vivencia un descubrimiento personal en contacto con la metáfora.
A pesar de ello el feedback de los participantes fue muy positivo. Y me quedo con haber aportado algunas reflexiones importantes en lo personal y profesional.
Otro aspecto importante de las Jornadas educativas es que haya un tiempo lento y tranquilo, para disfruta y encontrarse con uno mismo y los demás. Tal vez sea más importante incluir menos actos o contenidos y que los participantes puedan vivirlo con tranquilidad.